El cañamó contiene un 30% de aceite. Este aceite ya se ha utilizado para la elaboración de fueloil diesel de gran calidad y aceite para motores de aviones y máquinas de precisión. A lo largo de la historia, el aceite de la semilla del cáñamo se ha venido utilizando como aceite de alumbrado.
La leyenda dice
que el genio de la lámpara quemaba este aceite de la semilla del
cáñamo para la iluminación, de la misma forma que el profeta
Abraham. En la época de Abraham Lincoln el único competidor del
aceite de cáñamo utilizado como combustible era el aceite de
ballena. La biomasa no es una alternativa, es el futuro. La biomasa
ha abierto en los últimos años una puerta en la búsqueda de nuevos
materiales combustibles. Además, el alto contenido de celulosa de la
planta de cáñamo se puede transformar en alcohol y diversos gases
combustibles.
A principios del siglo XX, Henry Ford,
adelantándose a su época y junto a otros genios de la ingeniería
orgánica, destacó un hecho importante, que hasta un 90% de todos
los combustibles fósiles que se están utilizando actualmente
(carbón, aceite, gas natural, etc.) se deberían haber reemplazado
desde hace bastante tiempo por biomasas tales como los tallos de
maíz, el cannabis, el papel desechado y similares.
La biomasa puede ser transformada en metano, metanol o gasolina a un precio muy inferior al actual coste del petróleo, carbón o la energía nuclear (especialmente si tenemos en cuenta el coste medioambiental) y su uso obligatorio acabaría con la lluvia ácida, la contaminación por azufre y el efecto invernadero.
¿Por qué cambiaría la situación? Sencillamente, porque, al contrario que el combustible fósil, la biomasa proviene de plantas vivas (no extinguidas), que, desde que nacen hasta que mueren, y por medio de la fotosíntesis, están eliminando continuamente la contaminación producida por dióxido de carbono. Y además, los combustibles de biomasas no desprenden gases sulfúricos.
Esto se puede llevar a cabo si se cultiva cáñamo para biomasa y después se transforma, ya sea por medio de pirólisis (para obtener carbón vegetal) o sometiéndolo a un proceso con productos bioquímicos, en combustibles que reemplacen los productos energéticos procedentes de combustibles fósiles.
Por ejemplo, el metanol, un producto resultante de la pirólisis, se utiliza hoy en día en la mayoría de los coches de competición; antiguamente los granjeros americanos y los conductores de automóviles lo utilizaban mezclado con petróleo. Se ha utilizado desde la década de los veinte del presente siglo, hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, como combustible para decenas de miles de automóviles, maquinaria agrícola y vehículos militares.
Cannabis biocombustibles
La biomasa puede ser transformada en metano, metanol o gasolina a un precio muy inferior al actual coste del petróleo, carbón o la energía nuclear (especialmente si tenemos en cuenta el coste medioambiental) y su uso obligatorio acabaría con la lluvia ácida, la contaminación por azufre y el efecto invernadero.
¿Por qué cambiaría la situación? Sencillamente, porque, al contrario que el combustible fósil, la biomasa proviene de plantas vivas (no extinguidas), que, desde que nacen hasta que mueren, y por medio de la fotosíntesis, están eliminando continuamente la contaminación producida por dióxido de carbono. Y además, los combustibles de biomasas no desprenden gases sulfúricos.
Esto se puede llevar a cabo si se cultiva cáñamo para biomasa y después se transforma, ya sea por medio de pirólisis (para obtener carbón vegetal) o sometiéndolo a un proceso con productos bioquímicos, en combustibles que reemplacen los productos energéticos procedentes de combustibles fósiles.
Por ejemplo, el metanol, un producto resultante de la pirólisis, se utiliza hoy en día en la mayoría de los coches de competición; antiguamente los granjeros americanos y los conductores de automóviles lo utilizaban mezclado con petróleo. Se ha utilizado desde la década de los veinte del presente siglo, hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, como combustible para decenas de miles de automóviles, maquinaria agrícola y vehículos militares.
Cannabis biocombustibles
El aceite de
cannabis es superior al petróleo, además se convierte en
combustible de diesel fácilmente. Los procesos de extracción
química pueden aumentar el rendimiento total del aceite a un 40% del
volumen de la semilla. La producción de semillas es de 1000 kilos
por hectárea, 400 litros de aceite puro (Robinson, 1999:38). El
aceite de semilla de cáñamo arde como el aceite para calefacción.
Es esencialmente más pesado que el combustible líquido procesado y
además contiene una pequeña cantidad de metanol. Esto produce un
combustible líquido y oxigenado de primera calidad, con ebullición
y viscosidad de calidades parecidas al diesel de petróleo.
Proporciona una fuerza máxima para los motores con poco monóxido de
carbono y 75% menos de hollín y partículas.
Es mucho más productivo utilizar las plantas secas de cáñamo como combustible. El proceso es embalarlas en paquetes y quemarlas para obtener fuego que alimente a unas calderas para producir electricidad. Este cultivo energético podría constituir una empresa provechosa.
Para la conversión de los biomateriales y de los combustibles fósiles se utiliza el mismo proceso de descomposición termoquímico básico. Los desechos municipales y agrícolas también son buenos para este proceso y pueden abastecer hasta el diez por ciento de nuestras necesidades energéticas. Las plantas herbáceas que necesitan mucha humedad, como por ejemplo la caña de azúcar y el maíz, son las mejores para la descomposición bioquímica. La fermentación alcohólica resultante tiene una gran utilización como materia prima química. La descomposición bacterial da lugar a un biogás rico en metano, excelente como combustible de calderas.
En busca de la energía renovable
Es mucho más productivo utilizar las plantas secas de cáñamo como combustible. El proceso es embalarlas en paquetes y quemarlas para obtener fuego que alimente a unas calderas para producir electricidad. Este cultivo energético podría constituir una empresa provechosa.
Para la conversión de los biomateriales y de los combustibles fósiles se utiliza el mismo proceso de descomposición termoquímico básico. Los desechos municipales y agrícolas también son buenos para este proceso y pueden abastecer hasta el diez por ciento de nuestras necesidades energéticas. Las plantas herbáceas que necesitan mucha humedad, como por ejemplo la caña de azúcar y el maíz, son las mejores para la descomposición bioquímica. La fermentación alcohólica resultante tiene una gran utilización como materia prima química. La descomposición bacterial da lugar a un biogás rico en metano, excelente como combustible de calderas.
En busca de la energía renovable
Los recursos de
energía fósil de los que disponemos actualmente, aportan el 80% de
contaminación, tanto atmosférica como terrestre, envenenando al
planeta todos los días. Muchos investigadores afirman que el
sustituto más económico de estos métodos energéticos tan caros e
ineficaces no es ni el viento, ni las placas solares, ni la energía
nuclear, geotérmica ni ninguna por el estilo, sino tan sólo el buen
aprovechamiento de la luz solar repartida equitativamente para el
cultivo de los biomateriales. A una escala global, la planta capaz de
producir el mayor número de biomateriales es el cáñamo, el único
recurso natural renovable anualmente con el que se pueden reemplazar
todos los combustibles fósiles.
Los primeros magnates del petróleo (Rockefeller de Standard; Rothschild de Shell, y otros), pensando lo que se les avecinaba a medio plazo con las amplias posibilidades del económico uso del metanol como combustible, ya adelantado por Henry Ford, bajaron la tarifa del petróleo y lo mantuvieron a unos precios tan increíblemente bajos, que ninguna otra fuente energética pudo competir con ésta. Dichos precios llegaron a ser de un dólar a cuatro dólares por barril durante unos cincuenta años, hasta la década de los años 70. Una vez que dichos magnates se aseguraron de haber eliminado a la competencia, hicieron que los precios del crudo se dispararan hasta llegar a los cuarenta dólares por barril de hoy en día.
La utilización de las biomasas como carburantes debería comenzar inmediatamente para conseguir frenar la contaminación del planeta y también para poner fin a nuestra alta dependencia energética del petróleo.
Fuente limpia y renovable
Los primeros magnates del petróleo (Rockefeller de Standard; Rothschild de Shell, y otros), pensando lo que se les avecinaba a medio plazo con las amplias posibilidades del económico uso del metanol como combustible, ya adelantado por Henry Ford, bajaron la tarifa del petróleo y lo mantuvieron a unos precios tan increíblemente bajos, que ninguna otra fuente energética pudo competir con ésta. Dichos precios llegaron a ser de un dólar a cuatro dólares por barril durante unos cincuenta años, hasta la década de los años 70. Una vez que dichos magnates se aseguraron de haber eliminado a la competencia, hicieron que los precios del crudo se dispararan hasta llegar a los cuarenta dólares por barril de hoy en día.
La utilización de las biomasas como carburantes debería comenzar inmediatamente para conseguir frenar la contaminación del planeta y también para poner fin a nuestra alta dependencia energética del petróleo.
Fuente limpia y renovable
Combustible no
es necesariamente sinónimo de petróleo. Los sistemas de energía de
biomasas pueden proveer una fuente de combustible económicamente
posible, y también sería una forma de crear muchísimos puestos de
trabajo. Los combustibles derivados de la biomateria del cáñamo
pueden ser los sustitutos de toda clase de producto energético de
combustible fósil.
En el proceso de transpiración las plantas de cáñamo en crecimiento "respiran" CO² (dióxido de carbono) para formar su estructura celular; el oxígeno restante es expulsado recargando las reservas de aire de la tierra. Por lo tanto, al quemar la biomateria del cáñamo (rica en carbono) para la obtención de energía, el CO² es devuelto al aire. El ciclo del CO² ayuda al equilibrio ecológico al completarse con la nueva cosecha de combustible del año siguiente.
La transformación de la biomasa por medio de pirólisis (sometiendo el material orgánico a altas temperaturas al vacío o con muy poco aire) da lugar a un carbón vegetal que se consume limpiamente y que puede reemplazar al carbón mineral. El carbón mineral es la causa principal de la lluvia ácida; éste contiene el azufre que se desprende de las calderas que funcionan con carbón mineral. Esta lluvia es perjudicial para cualquier membrana celular con la que tenga contacto, especialmente para las formas de vida más simples. El proceso de combustión industrial del carbón vegetal no da lugar a emisiones de azufre, por no ser éste uno de sus componentes.
Del proceso pirolizante de la biomasa también se obtiene fueloil sin azufre que puede sustituir perfectamente a algunos combustibles fósiles como, por ejemplo, el gasoil. El nivel de CO² que se encuentra en la atmósfera no aumentaría si se utilizara fueloil obtenido a partir de los biomateriales.
En la pirólisis se utiliza la misma tecnología pirolítica que se emplea en la industria petrolífera para procesar combustibles fósiles. Los gases resultantes al extraer el carbón y el fueloil del cáñamo se pueden utilizar también como combustibles para los generadores de electricidad.
Este proceso de transformación de los biomateriales se puede ajustar para obtener carbón vegetal, fueloil, vapor para uso industrial, metanol y otros productos químicos muy importantes para la industria: acetona, acetato etílico, alquitrán de hulla, brea y creosota.
Biomateriales contra la escasez de energía
En el proceso de transpiración las plantas de cáñamo en crecimiento "respiran" CO² (dióxido de carbono) para formar su estructura celular; el oxígeno restante es expulsado recargando las reservas de aire de la tierra. Por lo tanto, al quemar la biomateria del cáñamo (rica en carbono) para la obtención de energía, el CO² es devuelto al aire. El ciclo del CO² ayuda al equilibrio ecológico al completarse con la nueva cosecha de combustible del año siguiente.
La transformación de la biomasa por medio de pirólisis (sometiendo el material orgánico a altas temperaturas al vacío o con muy poco aire) da lugar a un carbón vegetal que se consume limpiamente y que puede reemplazar al carbón mineral. El carbón mineral es la causa principal de la lluvia ácida; éste contiene el azufre que se desprende de las calderas que funcionan con carbón mineral. Esta lluvia es perjudicial para cualquier membrana celular con la que tenga contacto, especialmente para las formas de vida más simples. El proceso de combustión industrial del carbón vegetal no da lugar a emisiones de azufre, por no ser éste uno de sus componentes.
Del proceso pirolizante de la biomasa también se obtiene fueloil sin azufre que puede sustituir perfectamente a algunos combustibles fósiles como, por ejemplo, el gasoil. El nivel de CO² que se encuentra en la atmósfera no aumentaría si se utilizara fueloil obtenido a partir de los biomateriales.
En la pirólisis se utiliza la misma tecnología pirolítica que se emplea en la industria petrolífera para procesar combustibles fósiles. Los gases resultantes al extraer el carbón y el fueloil del cáñamo se pueden utilizar también como combustibles para los generadores de electricidad.
Este proceso de transformación de los biomateriales se puede ajustar para obtener carbón vegetal, fueloil, vapor para uso industrial, metanol y otros productos químicos muy importantes para la industria: acetona, acetato etílico, alquitrán de hulla, brea y creosota.
Biomateriales contra la escasez de energía
Los tallos de la
planta del cáñamo están compuestos por un 80% de parte leñosa
(producto secundario de la pulpa que se obtiene una vez separada la
fibra de la planta). El 77% de los "desperdicios" del
cáñamo son celulosa, material primario esencial en la industria
química (materia prima industrial) utilizado para la elaboración de
productos químicos, plásticos y fibras. Dependiendo de qué informe
agrícola estemos leyendo, una hectárea de plantas de cáñamo que
hayan alcanzado su altura máxima puede proveer de una forma
económica hasta cuatro veces más la cantidad de celulosa y
semicelulosa que se encuentra en los tallos de maíz o la caña de
azúcar, las plantas anuales de más contenido de celulosa del
planeta después del cáñamo.
El
cáñamo se puede recolectar en casi todas las zonas dos veces al año
y, en las zonas más cálidas, como Andalucía, entre otras, podría
llegar a ser un cultivo practicable durante todo el año. El ciclo
productivo del cáñamo es muy corto y se puede plantar una vez que
otros cultivos alimenticios hayan sido recolectados. Lo que llegará
a ser el elemento económico crucial en la producción energética
mundial será, casi con toda seguridad, una cadena independiente y
semi-rural de agricultores cualificados y autónomos. Si la biomasa
del cáñamo se introdujera en los países del Tercer Mundo podría
acabar drásticamente con la ayuda que estos países reciben del
exterior y con los motivos de la guerra, a la vez que elevaría la
calidad de vida allí a pasos agigantados.
Negocio
gratuito y con grandes ganancias
Hay otros muchos sectores de la economía que se verían muy beneficiados del fin de la prohibición del cáñamo. El cáñamo legal devolvería a los agricultores un potencial de recursos naturales y conllevaría la creación de muchísimos puestos de trabajo en producción energética. Los agricultores energéticos del cáñamo se convertirán en los productores de materia prima para muchas de las necesidades que hay hoy en día.
El cañamo y
sus utilidades
RD/FLOREN-BOCA -
F Y S / JUILIO 2015